lunes, 30 de mayo de 2011

"Le Orme" de Luigi Bazzoni

Veinte años después de una primera visión, la experiencia vuelve a ser perturbadora y fascinante. El tiempo no ha erosionado la hermética apariencia ni el denso misterio que revistieron, en el momento de su estreno, su condición de extraño aerolito aterrizado en el estabulado territorio del cine de género italiano. Aunque contiene elementos de ciencia-ficción, estos solo funcionan como correlato objetivo de la fuga psicogénica de la protagonista, una incrustación alucinatoria en un entramado más cercano a una suerte de giallo metafísico, existencialista y depurado de toda adherencia gore. Formalizado a partir de geometrías espaciales cuya soledad escénica y surreal las aproxima a Giorgio de Chirico y de una atmósfera narrativa misteriosa y onírica que parece decantada de los más inquietantes relatos de Bioy Casares, Le Orme acierta a dar (tenso y angustioso) cuerpo dramático a la fractura psíquica de la amnésica y desorientada protagonista, una Florinda Bolkan que pasea su figura descarnada por unos escenarios, tanto interiores como exteriores, unificados bajo el signo inalterable de la desolación. Memorable.


domingo, 29 de mayo de 2011

¿Por qué insisten en llamarlo democracia?

Carga, resistencia y victoria (provisional)...

martes, 24 de mayo de 2011

Sobre lo del 15-M

Tal vez lo más lúcido que haya leído, de Pascual Serrano.

sábado, 21 de mayo de 2011

De repente, la política

Todos nos lo preguntamos: ¿qué horizonte abre lo que está sucediendo esta semana en tantas plazas del Estado español? ¿Desde qué lugar se enuncia este acontecimiento? ¿Y qué se enuncia? Los discursos se suceden sin pausa para atrapar en su malla reticular de causas, sentidos y objetivos eso que está pasando en estos momentos y el mercado opinador ofrece productos para satisfacer a todos los gustos: desde la extrema derecha que criminaliza a los jóvenes acampados (con la excepción de la extrema derecha pensante, una especie rara, sin duda, pero que también existe: véase, por ejemplo, a un Albiac, que saluda el movimiento del 15 de mayo como una sacudida tonificante de antipolítica, después de discriminarlo higiénicamente de todo aquello que ahí pueda estar presente de socialismo o anarquismo) a una socialdemocracia que cínicamente dice comprenderlos, les pasa la mano por la cabeza con sonrisa beatífica y luego sigue a lo suyo: la política extorsionadora y predatoria del gran capital a la que se han dedicado con especial denuedo en los últimos tiempos. Casi prefiero la brutalidad de los primeros.

Luego están aquellos que celebran su condición apartidista y su carácter de magma heterogéneo. Aquí, al parecer, caben todos: derechas e izquierdas pueden sentirse identificados por igual con las reivindicaciones planteadas y “por primera vez en la democracia española no se enfrentan las dos Españas”. Confieso que este supuesto buenrollismo evitador del conflicto es lo que más me puede distanciar de los acampados, pero creo que es una interpretación distorsionada del movimiento. No se quiere dar cabida a ninguna simbología política concreta (por lo menos yo no las he visto en mis merodeos), pero el rechazo de la dictadura de los mercados y la exigencia de una democracia real (de los ciudadanos, no de los bancos) no parece que puedan ser incluidas en el orden político y económico vigente. Bien es verdad que todo esto puede derivar en una simple protesta ciudadana contra los excesos del capitalismo, una petición de meros retoques faciales del sistema, que puede ser suscrita incluso por el Borbón que encabeza el régimen, o puede constituirse finalmente en una impugnación de los fundamentos que lo sostienen.

¿Qué horizonte se abre, pues? Creo que lo que se abre es la apertura misma; propiamente, la posibilidad de la política: en mitad del tedio lobotomizador de la campaña electoral, de la falsedad nauseabunda de los enfrentamientos entre las dos cabezas del monstruo (el PPOE de nuestros pecados), de las décimas porcentuales que los unos se arañaban a los otros en las encuestas demoscópicas, del estoicismo con que nos disponíamos a introducir una papeleta en un gesto ritual que parecía condenado de antemano a la futilidad, de esta implosión a cámara lenta de derechos sociales contemplada entre la perplejidad y la resignación, en mitad de este desastre al que llaman democracia cuando quieren decir liberalismo, se hace posible abrir un claro de bosque (por decirlo con María Zambrano), un espacio fundacional, político, en el que las palabras y los gestos puedan ser oídos y vistos, un primer paso imprescindible para hacerse perdurables. Y poderosos. Aquí está la ruptura, el desplazamiento tectónico. Después de todo, lo que se oye en la plaza no es distinto de lo que podemos haber comentado cientos de veces en torno a la mesa de un café, con la conciencia de que al poco de ser dichas nuestras palabras se diluirían en el ruido mediático y narcotizante de los dueños del discurso público, adormecidos ya en la previa convicción de su inutilidad. Las propuestas no son nuevas, a algunos nos pueden parecer demasiado tibias (pero tampoco es cuestión de empezar pidiendo la nacionalización de los medios de producción y la autogestión: poco a poco) o escasamente elaboradas, pero lo decisivo es la vocación de permanencia y de presión sobre los límites de una realidad que parecía inamovible.

Palabras voceadas o humildemente rotuladas en pedazos de cartón, interpelándonos desde los rincones de todas las plazas. Los que allí acampan son sus custodios. Ni las olvidaremos, ni podrán ser desechadas tan fácilmente. Ya es mucho.

jueves, 19 de mayo de 2011

Le fond de l'air est rouge

De la imprescindible Le fond de l'air est rouge de Chris Marker: aquí, sobre la ocupación del espacio público y la revelación de la naturaleza del Estado.




De pronto, el Estado revela su lado opresor. El que queda oculto en mayor o menor grado en la vida diaria. Pero ahora, tiene que hacer notar su fuerza. Y, para hacerlo, permite a la policía usar un equipamiento que nadie sabía que existía. Para el manifestante, el Estado apareció como una visión, como la virgen María en Fátima. Es una revelación.

En casos extremos, alguien tiene el poder de decidir por qué lado de la calle se puede caminar. Y, si eliges el lado equivocado, te echarán a patadas al lado correcto. Así pues, lo que te impide cruzar la calle es el Estado. Pero, si la cruzas, y lo fuerzas a dar un paso atrás, es el Estado el que da un paso atrás.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Poema

Migraciones

I
Miras la planicie,
delicado horizonte invertido,
espejo incoloro del cielo. Se siente
la consagración del tiempo
como una ajena gravidez alada,
algo que ni nos pertenece
ni nos anuncia,
y la conciencia rechaza.
Ni figura ni sonido,
un trazo o una muesca
donde la lentitud
es roce del vacío.

II
Sobre un Sinaí de cristal
se esclarece la soledad del profeta.
Gesticula, invoca, saliva
su enajenada danza
de sílabas febriles. A lo lejos
se ahúsan y adensan en humo
y espiral. Apenas una niebla
que el viajero ignora.

III
Se despliega el firmamento,
yerto azogue incorruptible,
enorme pupila ciega que en vano
asaeteamos. Los niños son aspas
enloquecidas en la penumbra vespertina.
Los mercaderes rodean la carne
sacrificada del buey. Al encenderse las antorchas
todos sentimos la oquedad intolerable
de un ojo muerto.

IV
En el aire de la noche se cruzan
alfabetos diversos, vagabundos signos
que resplandecen ignotos. Efímeros
trenzados de iris, el día disipará
sus aristas de hielo.
Hasta entonces, las bocas durmientes
vivirán en sus antiguos cantos remotos.
Hasta entonces, todo será ceremonia.

V
En el horizonte, la ciudad
es una turbia fosforescencia marina,
inesperado coágulo de la memoria,
rumores y señales inciertas
que el ojo registra con indiferencia.
Las mujeres tienden su aliento;
sumisas a la soberanía del sol, deshacen
los mimbres de la noche.
El olvido es la cálida hogaza
que nos alimenta.

VI
Hoy la claridad es un útero de cristal
en el que flotan tribus y caballos.
Ninguna música
salvo el tiempo lento
de las pezuñas.

VII
Asentimos al soplo
que confunde nuestras huellas.
Un cuño de sal graba los archivos
de custodios y jueces, pero
somos la tinta desleída, la humedad
que en los márgenes imagina
animales heráldicos
y sombras rampantes. Fuimos
tamiz del sueño
, conjetura
del aire entre las dunas.

lunes, 9 de mayo de 2011

Tenemos las manos vacías, pero las manos son nuestras

A pesar de que muchas veces nos pueda resultar demasiado timorata y pactista (pero qué hacer en contextos políticos tan restrictivos, qué margen de maniobra en el interior de una realidad sociológica tan refractaria), Izquierda Unida es la única izquierda, de ámbito estatal y con representación parlamentaria, digna de tal nombre (aunque no siempre, no siempre). Esto viene a cuento porque he visto el vídeo de IU para esta campaña y hay que reconocerle su sobriedad y su capacidad de articular en menos de minuto y medio un discurso transformador nítido y sencillo que va más allá del insulto a la inteligencia en que se suele convertir el género. A ver si cala un poco.